martes, 2 de octubre de 2012

Mi primera experiencia en la Universidad de Granada

Me levanté con energía, la noche anterior había llorado como una niña pequeña. Pero esa mañana me levanté con ganas de comerme el mundo. Sin más dilación comencé a hacer las cosas de la casa, a limpiar un poco y a prepararme para coger el curso con ganas. Eran las 15:40, decidí salir  de casa. Dejé a Aitor en casa, y prometí volver pronto para despedirlo, ya se iba a Lucena.

Mis pasos eran lentos a la par que decididos. Pude observar como había muchos jóvenes como yo, mirandose los unos a los otros, perdidos tanto como yo. Al fin llegué a mi facultad, leí con poca ilusión el letrero "Facultad de Sociología y Ciencias Políticas" me vine un poco abajo, pero sin dudarlo, puse mi primer pié en el edificio. Estaba dentro. Miré los horarios y subí a mi clase. Había mucha gente en la puerta, mirando el móvil, mirando la facultad, pero jamás centraban la mirada en nadie en concreto. Eran las cuatro, entramos, vi que casi todos los sitios ya estaban ocupados. Vi a un muchacho con pintas de punky y decidí sentarme a su lado. Mi voz era temblona, tenía miedo a decir algo que no debía, así que permanecí callada y mirando con detalle a todos mis compañeros. Todos estaban como yo. Entró el profesor de Ciencia Política. Tras presentarnos su asignatura, nos ofreció presentarnos. Cuando llegó mi turno fue algo muy raro, como si el mundo se parara, podía notar mi voz nerviosa como titubeaba y pronunciaba las siguientes palabras:

"Hola, mi nombre es Ana, Ana Escudero. Vengo de un pueblo de Córdoba, Lucena. Yo estudio Sociología porque sinceramente, no he podido optar a estudiar lo que realmente quería y soñaba, Psicología"

Pude ver como la gente se reía y varios repetían "¡Como yo!" eso me hizo sentir más fuerte aún. No todo el mundo estaba allí porque quería, algunos estaban porque no les quedaba más remedio, fue bonito y gratificante a la vez. La clase acabó antes de tiempo, así que corriendo por esas calles plagadas de estudiantes llegué a casa, pude despedirme de Aitor, tuve el tiempo justo como para besarlo, para acariciar sus labios con los míos y volver a marcharme a la universidad. Sabía que esa sería la última vez que lo vería, la última hasta dentro de varios días, semanas, quizás meses. 
Volví a clase, el ambiente fue el mismo. Sin más cosas que resaltar, volví a casa y ya no estaba él, estaba sola, tenía que enfrentarme sola a eso. Decidí acostarme y cerrar los ojos, me tocaba vivir una nueva etapa. 

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