viernes, 23 de noviembre de 2012

Madurar

Con el paso del tiempo vas madurando, vas aprendiendo cosas que te hacen crecer como persona. Conforme vas madurando, notas como le das cierta importancia a cosas que antes no eran más que un estorbo.
Poco a poco consideras dejar de ser egoísta y prestar ayuda a los demás. Aprendes a compartir, a aprovechar las cosas, a administrar el dinero, a convivir con gente muy diferente a ti. Vas dándote cuenta de lo duro que es llevar una casa y que tengas que hacértelo todo, que no haya nadie ahí para que te ayude cuando quieras un vaso calentito de leche.

Aprecias el valor de tus padres y en cierto modo los admiras, te preguntas ¿cómo pueden hacerlo todo y aún así mantener las ganas de sonreir? ¿Cómo mi madre que trabaja durante toda la mañana, luego llega a casa y nos hace la cena? pero esa pregunta sólo te la haces cuando tienes que valerte por ti mismo, cuando eres tu el que decide que comer mañana y cuando se debe separar la ropa blanca de la ropa de color. Eres tú el que decide limpiar la casa y que todo esté en orden. Eres tu el que a pesar del cansancio sigues sonriendo.

Maduras cuando miras hasta el precio de las bolsas de basura. Maduras cuando aún pasando por las tiendas de moda, resistes y piensas "comer es más necesario que ir a la moda". Maduras cuando los estudios van antes que las fiestas. Maduras cuando nada te importa más que todo vaya bien en la vida, en tu nueva vida.

Granada ha sido esa pizca de sal que me faltaba. Necesitaba salir de casa y valorar cosas tan simples como el coste de un paquete de arroz. Quizás os suene a tontería, pero he aprendido a valorar todo lo que tengo mi alrededor. Aún siendo una niña caprichosa, he logrado detener mis impulsos y ahorrar, comprar lo justo y lo barato, y no permitirme caprichos. He aprendido tantas cosas en Granada que espero no dejar de aprender. Para mi, es grande saber que me estoy convirtiendo en una gran persona, en aquella persona que siempre he querido ser. Una mujer fuerte, con carácter, pero, cariñosa y con gran espíritu. Una chica que pueda valerse por si misma, que sepa hacer las tareas de casa, compaginar la universidad y a la vez, mantener una relación a distancia. Hoy por hoy estoy contenta, orgullosa por haberme convertido en lo que soy ahora. Espero demostrarles alguna vez a mis hijos, que en la vida hay que ir aprendiendo poco a poco, y que hay que valorar mucho el trabajo de unos padres trabajadores, porque aún a día de hoy, no tengo ni idea, de como se puede sacar las fuerzas que sacan ellos, y que la sonrisa no se les borre del rostro.

Quiero seguir mejorando, aún quiero ser más buena persona. Quiero demostrarle a todos los de mi alrededor que soy yo misma, y ahora más que nunca. Que no me oculto bajo ningún velo. Que soy yo. Ana Escudero Caballero, una chica de 20 años nacida en un pequeño pueblo de Córdoba, con una hermana maravillosa y unos padres dignos de recibir un premio del año.

Gracias papá y mamá por ofrecerme la oportunidad de poder estudiar, gracias papá y mamá por darme ese apoyo incondicional, gracias papá y mamá por ser mis padres, por quererme como tal y por hacer que poco a poco, vaya siendo mejor persona. Gracias.

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