domingo, 1 de febrero de 2015

Renaciendo de mis propias cenizas

Hoy me he dado cuenta de algo muy importante, he renacido de mis propias cenizas cual fénix. 


Estaba hablando con un amigo y me ha hecho ver que es cierto, no lo había visto nunca de esa manera. He estado totalmente hundida durante varios meses en un pozo del que no había tan siquiera una luz que me diera la esperanza de ver una salida. He estado en ese pozo durante meses insisto, han sido los meses más dolorosos de mis 22 años... no era más que decepciones por un lado, por otro, amigos, pareja, familia... 

Pero hubo un día, en el que me di cuenta de que tenía que escalar aunque no hubiera luz. Tenía que subir aunque me costara la vida misma. Poco a poco conseguía alcanzar el final de aquel pozo, pero de repente, volvían a pegarme una patada para intentar arrastrarme al fondo de nuevo, pero no, eso ya no funcionaba ¿por qué? porque mi fuerza interior era tal que me ayudaba a no caer al fondo, sino a deslizarme unos metros más abajo simplemente.

Seguí subiendo, mi piel estaba ennegrecida de vivir en aquel lugar. Subí, decaí un par de veces, pero eso solo conseguía que tuviera más ganas de llegar hasta el final. Fue entonces cuando alcancé la entrada de ese pozo, la luz consiguió cegarme, noté como unas alas brotaban de mi espalda, era un dolor placentero, era una experiencia totalmente novedosa para mi. Decidí tomarme mi tiempo, me senté en el borde de aquel pozo y esperé a poder abrir bien los ojos. 
Pude notar el sonido de una canción que retumbaba en mi cabeza, fue entonces cuando decidí levantarme, miré hacia el sol y decidí dejarme llevar. Sin darme cuenta, mi cuerpo se elevó hasta lo más alto, me sentía libre, totalmente transparente y ajena a todo. Disfrutaba como nunca de esa nueva experiencia. Era totalmente nueva para mi, nueva y fantástica. 

Hubo un momento en el que me dejé caer. No podía parar de sonreír.  Notaba como el viento me acariciaba mi rostro y mi cuerpo desnudo mientras seguía cayendo. Fue entonces cuando con un pie logré acariciar el césped recién cortado y volví a abrir los ojos. 

Pude notar como la felicidad brotaba de cada poro de mi piel, pude experimentar un amor enorme hacia todo lo que me rodeaba. Corrí por aquel prado sin mirar hacia atrás y con una sonrisa enorme. 

Corrí sin parar gritando y fue cuando dos lágrimas recorrieron mi rostro. Me detuve. Y fue cuando me dije a mi misma:

"Hola Ana ¿dónde estabas?"

1 comentario:

  1. Qué precioso escrito!! Espero que ahora que te has encontrado vueles muy alto.

    ResponderEliminar

Seguidores